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¿Quiénes somos?


"HERMANAS DE SAN JOSÉ  DE TARBES"

CANTAOUS: aldea árida y ruda sembrada en la landa de la Meseta de Lannemezan – Tarbes – Francia.

La Congregación de las Hermanas de San José de Tarbes, fue fundada en 1843, Sus comienzos son tan maravillosos como modestos.

El libro del a historia de la Congregación Nos cuentan su maravillosa historia: una historia de Amor entre Dios y los pequeños de Su Pueblo. En la pequeña Aldea de Cantaous -Tuzaguet, seis jóvenes, cándidas y piadosas, se encontraron de repente invadidas por el deseo de servir Dios en el claustro: Blandine Barrère - Marie Dupuy - Jeanne Duffo - Dominiquette Barrère - Eulalie Barrère - Marie Barrère. A ellas se les unió en este deseo, Jeane-Marie Barrère de Escala, parroquia limítrofe de Cantaous. Ella había compartido la preparación y los gustos de sus piadosas compañeras.

En el catecismo, frecuentemente habían oído hablar de la vida de los Padres del Desierto, de los Monjes, pero nunca les habían aconsejado de abrazar esta vida.  
Fue entonces del cielo  que les vino esta idea; la concibieron espontáneamente sin que nadie se los hubiera pedido. Se comunicaron mutuamente su intención y se pusieron de acuerdo acerca de los medios para llevarla a cabo. Lamentablemente, todo era obstáculo para ellas. Sin embargo,  Dios vino en su ayuda, como lo hará siempre a partir de ese momento. Dios las tomó en cierta manera de la mano y las condujo al Convento de Ozon que tenían las Hijas de la Cruz, llamadas también Hermanas de San Andrés.

« Cuando Dios quiere mostrar  que una obra viene de El,  reduce  todo a  la impotencia y,  luego, actúa. »  Los padres de las seis alumnas de Ozon, habían consentido voluntariamente que se fueran, pero su ausencia hizo brotar pronto mucha tristeza. De repente, una idea luminosa  surgió en sus espíritus. «¿Nuestras hijas desean ser religiosas, nosotros no lo impediremos, pero, por qué no podrían serlo en Cantaous mismo» « La parroquia de Ozon  tiene un Convento, tengamos también el nuestro! »  Y todo el mundo acogió la idea. Pero había que obtener el consentimiento del Pastor: el Padre Bazerque.
Encargaron a algunas personas  de llevarle esta petición. El se maravilló con la propuesta que le hacían: « Ustedes han tenido una excelente idea, cuenten conmigo,  yo me voy a ocupar de ese asunto y espero que tendré éxito ». A los pocos días, comunica su intención a las seis jóvenes y les propone regresar a Cantaous para comenzar la Vida Religiosa  que deseaban.

Nuestras futuras postulantes se sienten en el colmo de sus aspiraciones. Para ellas, ¡ser religiosas lo es todo! Pero, ser Religiosas en Cantaous,  es ¡más de lo que podían desear! Regresan a sus familias, inflamadas de amor y de esperanza.  Anhelan comenzar su noviciado, pero entonces es cuando aparecen las dificultades…
¡Se necesita una casa y no la hay! El Padre Bazerque, compra un terreno y se ocupa enseguida de las construcciones más urgentes.   Se trata, por supuesto del terreno contiguo a la Iglesia.
Los trabajos avanzan muy lentamente a merced de estas jóvenes postulantes. Mientras se hacen los trabajos, comienzan de todos modos, su Noviciado.

Las jóvenes postulantes se preparan a la Vida Religiosa en sus familias. Entonces, el Padre Bazerque cede a las jóvenes postulantes su casa parroquial. Durante el día se ve obligado a compartir con ellas el lugar. La casa parroquial resultaba estrecha para la pequeña Comunidad.  Un miserable cuarto, largo y angosto, mal iluminado, mal ventilado, húmedo y malsano, sirve de dormitorio. Los familiares de las postulantes les procuraron unas pequeñas camas de madera hechas expresamente para ellas.

Las postulantes hicieron su entrada a la casa parroquia. el 14 de Agosto de 1843,  por toda provisión, cada una llevó un pan y una cesta de ciruelas. Llegada la tarde, tomaron su cena, sentadas  en las gradas de la escalera que conduce al granero. En la cocina no había ni sillas, ni bancos.